lunes, 20 de mayo de 2013

PEQUEÑOS PLACERES


Realmente un pequeño placer ahora mismo sería el saber cómo voy a empezar esta redacción,  pero sin darme cuenta ya he escrito un renglón y me dispongo a entrar ya en el tercero. Entiendo como pequeños placeres aquellas cosas insignificantes pero a la vez tan imprescindibles que las personas adquieren como cotidianas y necesarias.  No se puede vivir sin una dosis de pequeños placeres, por muy pequeños que sean. Cada persona tiene los suyos.

El mayor de esos pequeños placeres para mi es ver que hay niños que hacen lo que yo hacía cuando era pequeña. Los observo embobada mientras se me dibuja lentamente una sonrisa. Me hacen recordar cuando tenía esa edad, éramos todos tan inocentes..

Otro pequeño placer para mí es dormir escuchando llover. Escuchando esas gotas golpeando contra el cristal de mi ventana e imaginándome el frío que tendría que hacer afuera mientras que me tapo hasta el cuello y acurruco las piernas.



Jugar a no pisar las líneas del suelo o solo pisar las del mismo color. Fue mi hobby durante mis primeros 6 añitos. Recuerdo como mi madre gritaba a lo lejos mi nombre, desesperada porque caminaba mucho más rápido que ella; normal, solo podía pisar el color blanco.
Cuando estaba malita de pequeña, recuerdo que mi madre me trataba de un modo especial. Era la más mimada del mundo. A veces fingía estar malita para que me preparara mi comida favorita o simplemente para que me hiciera más caso a mí que a mi hermano, que como era más pequeño, se llevaba toda la atención.
Nunca podré vivir sin ese puchero que me hace mi abuela. Su casa entera está impregnada de ese olor. Cuando es invierno y hace mucho frío llego a su casa y siempre, no recuerdo ninguna vez que no lo haya hecho, pongo las manos sobre el plato, para que el calor que desprende el puchero me caliente mis frías manos. Acto seguido siempre tengo que secármelas, ya que el calor me las impregna de vapor.
No sé qué cosa puede dar más alegría que encontrarte dinero en tu propio pantalón. Realmente te da igual si es tu propio dinero, lo cierto es que eres el más feliz durante unos minutos. Lo mismo pasa cuando te encuentras dinero por la calle, y te da exactamente igual hasta si es un céntimo, te agachas con gran entusiasmo. ¿Quién sabe si ese céntimo te puede servir para algo más tarde?
¿Qué un bebe te coja el dedo y no lo suelte? Eso no tiene precio. Me pasa a menudo con mi primo chico, en su cunita, tan precioso como siempre, y tan relajado… le doy mi dedo índice y con su pequeña mano se apodera de el y no lo suelta hasta que no se haya quedado completamente dormido. Y esa es otra, ver dormir a un bebe tampoco tiene precio. No te cansas de mirarlo, con esa carita regordeta, respirando suavemente, tan limpito, rodeado de muñecos y colores cálidos…
Dibujar en el espejo empañado cuando sales de la ducha .


Fingir fumar con el vaho de cuando hace frío

PERO REALMENTE ,EL MAYOR, EL MAS ABSOLUTO DE LOS PLACERES ES LEER ESTA REDACCIÓN, ¿ VERDAD ZAFRA?


jueves, 28 de febrero de 2013

DORMIR BOCA ABAJO AL SOL


Hoy, fin de semana, y con un poco de tiempo libre, entre los estudios y el deporte, he decidido realizar este experimento. Así que, cogí una toalla y me tumbe a tomar un sol de invierno que apenas calienta. Coloqué la toalla justo al lado de la fuente y sobre el verde césped que cubre el jardín. Quería comprobar si yo también sentía lo mismo que el protagonista del artículo que he escogido. Sin embargo, con forme fueron pasando los minutos mis pensamientos fluían por derrotero completamente distinto a los que había leído hacía un momento. Notaba aún la brisa fresca de invierno, mi cuerpo no estaba relajado por completo, notaba mi respiración y no paraba de moverme.

 En cuestión de minutos el sol se apoderó de mí, dejándome sin fuerzas, totalmente relajada y abstrayéndome de todo tipo de pensamiento que pasaban por mi mente. Solo escuchaba el ruido de los pájaros, el suave movimiento de los árboles y el continuo chorro de agua que caía de la fuente. Empecé a quedarme dormida, estaba demasiado relajada, ausente del mundo real, ajena a cualquier mínimo ruido. Notaba mi cuerpo cada vez más caliente, como si una manta eléctrica me cubriera de la cabeza a los pies. No era capaz de mover ningún músculo, era como si mi cuerpo se hubiera quedado sin batería. De  nuevo, una suave brisa fresca, pero esta vez fue imposible reaccionar, ya era demasiado tarde, me había quedado dormida por completo. Al despertarme, sentí una sensación muy desagradable. El calor me había quitado demasiada energía, estaba como ebria, mareada, con un gran dolor de cabeza.

Prometo que intenté filosofar, hurgar dentro de mí intentando buscar una línea de dónde tirar y sacar provecho para hacer mi artículo, pero el sueño pudo con todo, como una ola que rompe en la orilla y se lleva todas las ilusiones que un niño había puesto en un castillo de arena. Lo volveré a intentar a ver si esta vez hay suerte.